viernes, 12 de diciembre de 2008

Abrazo Malkavian


Un trazo profundamente azul surca una superficie blanca. Poco a poco el trazo se distorsiona hasta ser una espiral de ningún color. Ana observa el lienzo mientras intenta comprender la realidad de la realidad. Observa la composición propuesta por su maestro para la inspiración del cuadro. Pero son objetos y ella es artista, no fotógrafa. Los taburetes, los lienzos, sus compañeros, la sala entera se convierte en una mancha palpitante y azul... Está ahí, casi ha conseguido ver algo más allá, ya no hay formas, sólo movimiento, sensación, Kaos Azul... Ya casi ha conseguido llegar al Lugar Donde Todo Es Lo Que No Parece, ¿o es justo al revés...?

- Es interesante tu propuesta, pero ¿no crees que resulta un poco reiterativa en el color?


La espiral gira hacia atrás, muy rápido. Todo se difumina para poco a poco volver a encontrar su contorno, los objetos vuelven a ser lo que parecen y el azul deja de hablar.

- Decía que creo que deberías intentar probar otro color, tener un fetiche obsesivo está muy bien, pero creo que te está limitando.

“¿Y si te descuartizo y pego los restos en el lienzo también te resultará obsesivo...?”

* * *

Ana pasea por el Puerto de San Sebastián. Ya ha anochecido y sabe que debería ir a casa, la están esperando y no puede llegar tarde un lunes cualquiera. Pero no quiere volver, ¿para qué? ¿Para lobotomizar al azul parlante a base de horas en el instituto, y después en la universidad, y después....? ¿Por qué no puede explicar lo que las cosas le dicen?

Tenía 5 años cuando descubrió que los colores y las formas escondían un secreto que aún hoy intentaba desvelar. Estaba construyendo una torre con piezas de madera de todos los colores. La torre ya casi sobrepasaba su propio tamaño; sólo quedaba poner la última pieza: un precioso triángulo azul. Se puso de puntillas para poder colocarla mejor. La depositó con sumo cuidado en la cima y muy despacio despegó los dedos del triángulo. Cuando el último dedo perdió el contacto con la superficie sedosa la torre entera se precipitó al suelo con un gran estruendo. Desde arriba ella vio una espiral de colores que primero caía pero después ascendía y empezaba a hablar con un lenguaje propio. La espiral la envolvía y empezaba a entender algo cuando las voces de los adultos la sacaron de su ¿ensueño?

Desde entonces comprende que es inútil intentar explicar que sabe que hay algo ahí, detrás de todas las apariencias, detrás de la realidad supuestamente “real” de las cosas.
Abstraída en sus recuerdos ha llegado al Paseo Nuevo sin saber cómo, le ha pasado otras veces. Observa el mar, el vacío en que se convierte cuando su agua deja de ser azul para ser un abismo en movimiento.
De pronto tiene la sensación de que alguien le sigue, se da la vuelta. A lo lejos se distingue una figura masculina. Pasea en soledad, como ella. Ana vuelve su cabeza hacia el mar.
Ella permite que sus ojos desciendan al abismo, lentamente, mira las rocas engullidas por el negro... Un escalofrío le recorre el cuerpo. Sabe que él está allí, detrás de ella, y que la mira fijamente. “Si te atrae tanto, ¡tírate!”. La voz metálica en su cerebro, él le habla directamente, sin usar mediadores de la realidad, la voz, los labios... Labios...
Se da la vuelta para encontrarse con un hombre alto, atlético, escondido detrás de un abrigo negro y largo, las solapas y los cuellos subidos le acarician el pelo negro. Le mira fijamente con sus ojos negros... Se siente engullida, como las rocas por el vacío negro del mar. “Díme lo que sabes, ¡por favor...! ¡No quiero vivir así!”. “Pues tírate, puede ser divertido...”.

Mira el borde de piedra y duda. Después se sube y observa el vacío. Parece fácil. Un impulso y... Puede que la realidad rompa en gritos desgarradores, puede que por fin la espiral le envuelva el tiempo suficiente como para entenderla... Suspira y salta...
Un instante en el aire y el hombre la sujeta con un movimiento de rapidez antinatural. La sostiene en brazos. Ella envuelta en un pálpito negro sólo distingue sus labios. Se siente mareada, hay algo que desde dentro le advierte del peligro, pero ella quiere SABER. Con los ojos cerrados siente unos labios sobre los suyos, una boca helada se funde con la suya. Después la deja en el suelo con la espiral negra entonando un Coro de Ángeles. La inclina hacia atrás y la besa en el cuello. El mar contiene su respiración contra las rocas. Él desgarra su cuello con suavidad, ella gime en su delirio oscuro. La espiral va a hablar por fin.

1 Comment:

Hipocritamentehumana said...

Muy bueno, me gustó mucho :)